miércoles, 21 de noviembre de 2007

mis vacaciones en el campo

Mis padrinos de bautismo fueron mis tíos maternos: Blanca, media hermana de mi mamá y Mario, su esposo. Mario era un pequeño productor agrícola de la “La Blanca” colonia que dista a 13 kilómetros al oeste del pueblo “La Criolla”. Allí pasaba mis vacaciones escolares: una semana en julio y quince o veinte días en enero. En invierno no tenía mucho tiempo pero en verano mis días en el campo eran bastante agitados. Me despertaba con el primer canto de un gallo (cinco de la mañana), medio colorincho de cogote pelado que dormía entre las ramas de un naranjo cerca de la ventana del dormitorio asignado para mi, me levantaba y súbitamente me dirigía al corral (unos cincuenta metros de la casa) donde decenas de vacas esperaban ser ordeñadas. Me gustaba presenciar el espectáculo de ordeñe de las vacas mientras esperaba el llamado de un primo ordeñador que me entregaba en un tachito de lata los primeros litros de leche que yo le alcanzaba a mi tía para el preparado del desayuno.
En una cocina a leña, mi tía cocía la leche hasta su primer hervor que luego cortaba con café, y no sé que le agregaba, dándole un sabor particular que era muy ambicionado por mi. El desayuno se completaba con pan y manteca casero, a veces dulce de leche y en ocasiones, chorizos de la última carneada. ¡¡¡Viva el colesterol!!

Una vez desalojadas las vacas del corral- yo le abría la tranquera- y tomado el desayuno, acompañaba a mi primo (él me dejaba manejar la chata tirada a caballos) hasta la cremería donde se entregaba el producto del ordeñe diario.

Al regreso de la cremería, nueve de la mañana aproximadamente si no había que hacer compras en el almacén de ramos generales del pueblito de la colonia, colocaba en algún lugar estratégico el cilindro de tejido que yo utilizaba para cazar pajaritos y los dos tramperos de cardenales que los recorría después del almuerzo y antes de la obligada siesta.
A la tarde, en ocasiones acompañaba a mi primo o tío en algún quehacer en el campo como arar o algún recorrido rutinario a caballo por el mismo. Y llegada la tardecita hacía mi último recorrido por los tramperos de pajaritos a recoger las aves prendidas y retirar los elementos de caza que volvía a colocar al día siguiente.

3 comentarios:

Cra dijo...

Como te dije, lo prometido es deuda, y estoy visitando tu blog el cual me parece muy bueno.
Yo también como vos, pasé mis vacaciones de pequeña en el campo de mis tíos, que realmente eran primos de mi mamá, pero a los que se los consideraba Tios.
Recuerdo esas madrugadas y las aventuras que pudimos vivir con mi hermano en aquellos días y que como siempre sucede a los nenes de ciudad vienen ligadas a cosas para nosotros desconocidas como el montar a caballo y caerse del mismo tantas veces como subías, triturar el maíz que previamente deschalabas, dar de comer a las gallinas, y los atracones a la sombra de los árboles frutales, con frutas con el sabor más rico que puedas tener en la memoria. Sacar el agua del pozo, montados en el caballo que hacía el recorrido sólo sin que nosotros hiciéramos nada, sólo disfrutar de ese paseo monótono y sin fin. Que hermosos recuerdos, gracias por traérmelos.

Penélope dijo...

Hola Néstor. Soy Penélope, desde Galicia. Acabo de leer tu comentario en mi blog. Me alegro que hayas pasado por aquí. Yo también tengo familia (como buena gallega) en Argentina, concretamente en Wilde. Tus vacaciones también me recordaron al sabor y al olor de la casa de mis abuelos, esos que un día vieron partir a todos sus hijos, excepto a mi madre, para Buenos Aires. Eran labadores; trabajaban de lo que les daba la tierra y los animales.Mi abuelo, aunque sin estudios, era considerado por sus conocimientos, el veterinario del pueblo, además de realizar sus otros memesteres. Mi abuela, la recuerdo siempre lavando, tendiendo la ropa sobre la hierba al sol (clarearla, le llamaba) y cocinando un sabrisísimo pan de maiz (BROA).
Sí que tenemos algo en común: Argentina, Serrat y John Lennon.

Vero dijo...

Leo esto y me doy cuenta cuando necesito algo así... para despejarme..
Hace aprox un año ya que me he mudado al apartamento en Buenos Aires y la ciudad ya me ha agotado totalmente!!
definitivamente seguire tus pasos!